Fragmentos
de memoria (selección)
Giulio
Einaudi (1912-1999) editor e intelectual italiano. Fundó a sus 21 años una
editorial en 1933. En su libro Fragmentos
de memoria relata su vida en la editorial, cómo comenzó con este trabajo,
cómo logró mantener su editorial, el contexto político y social, y las
diferentes relaciones entre actores externos a la editorial: autores y editores.
Ellos son:
Valentino Bompiani – editor y escritor italiano – fue
uno de sus primeros iniciadores en el campo editorial, le dio una lección sobre
la profesión y siempre hubo una estima mutua. Una de las características que lo
caracterizaban como editor era el arte de comunicar al público sus expectativas.
Arnoldo Mondadori era un editor que, para Einaudi,
sorprendía por el olfato, por la capacidad de intuir el impacto de un autor, de
un libro, en los lectores.
Carlo Levi –escritor y pintor italiano – e Ítalo Calvino fueron parte del repertorio de
autores que tuvo la editorial Einaudi.
Cesare Pavese – poeta y novelista italiano – comenzó a
colaborar en la editorial en el 1934 con la dirección de la revista La Cultura. Sus escritos antifascistas,
publicados en esta revista lo condujeron a la cárcel en 1935. En libertad, reanuda su colaboración
con la editorial en 1938.
Natalia Levi, conocida como Natalia Ginzburg por el apellido de su primer marido, escribió y tradujo para la
editorial. Einaudi la describe como a una persona que ama las cosas auténticas
y verdaderas, y que las cosas que ama son amadas y gustan universalmente porque
poseía una cualidad de captar gran parte de los sentimientos de la gente.
Elsa Morante – escritora italiana –, reconocida por su
novela La historia, ponía mucho celo
en sus escritos, controlaba minuciosamente línea a línea, intervenía no solo en
la elección de cubiertas sino también en el precio de los libros.
En sus inicios en la editorial Einaudi expresa haber
sido visto como un editor para elites.
“La fama del editor para elites me persiguió mucho
tiempo […] Pero quizás porque eran libros «diferentes», difícilmente eran
considerados accesibles a un amplio espectro de lectores” (Einaudi 1990: 16)
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Para trazar las líneas de su trabajo en la
editorial organizaban reuniones en las cuales discutían el programa editorial y
donde se enjuiciaba la validez de los libros adquiridos y se indicaban los
temas a afrontar y los autores a atraer.
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